EDICIÓN 2017

primer año de festival

 

Pub Kaché, Arrabal del Portillo, Valladolid 20 de mayo de 2017

Asistimos al bautismo de un nuevo festival, en esta ocasión cerca de Valladolid, concretamente en Arrabal del Portillo, Small Town Festival.

Primera jornada, viernes 19 con The Soulbreaker Company, al  que por motivos de trabajo no pudimos asistir. Segunda jornada, sábado 20, en este caso, tres formaciones: los locales Gruff, The Kleejoss Band y Los Brazos. Nos ponemos de camino sobre las 19:30h, con el objetivo de llegar a buena hora e ir tomando el pulso. Al llegar, palpamos buen ambiente y mantenemos una animada charla en la terraza, precisamente con los componentes de “la Kleejoss”. Después de un tiempo, por fin nos ponemos caras, están con ganas, como posteriormente demostraron.

Una vez dentro, sólo nos dio tiempo a ver un par de temas de los vallisoletanos Gruff, suficiente para comprobar que estaban caldeando el ambiente “de lo lindo”. De la que van desmontando para dejar sitio a la siguiente formación, reponemos fuerzas con el aperitivo con el que nos obsequia la organización. Son las 21:30h, y ”la Kleejoss“ está lista para dar comienzo.

De su anterior disco “Villa Modesta” suena “Susquehanna Valley Times”… ¡Qué gran comienzo, con esa guitarra y los platillos de Joss! Es uno de esos temas con un riff que te atrapa y no te suelta. Fue uno de los grandes momentos de la noche.

Suena “Ballad Of Working”, con una gran carga melódica. Posteriormente, el tema que da título al disco, otro con mucho empaque, adictivo también. De su última obra, fueron sonando, “Drowning”, con una dosis perfecta de melodía y fuerza. Es el turno de “Didn’t See The Waterfall”, precioso medio tiempo donde destaca sobremanera  la voz de Luis Kleiser, con un cambio de ritmo final bestial. En los momentos finales, suena un fascinante “River Sound Unleashed”, uno de los clásicos de la banda, medio tiempo donde las guitarras de Coco Kin y Luis Kleiser supuran electricidad, ¡casi despegamos! Y para cerrar, una pedazo versión de “Keep On Rocking In The Free World”, sin palabras. ¡Vaya despliegue de los zaragozanos!, bajo mi opinión, los triunfadores de la noche. Su música, contiene una mezcla idónea de melodía y fuerza, una base rítmica sobrada, y unas guitarras que no dan concesiones, y que se complementan a la perfección. Además, destaca en directo, la gran voz de su vocalista.

Vamos con la tercera formación, ya con el local invadido de gente Los Brazos son los encargados de cerrar la noche. Su propuesta es, básicamente, rock and roll aderezado con un poquito de blues. Desde la primera nota, el power trío sale a poner “patas arriba” la sala, y a fe que lo consiguen. Muy festivos y comunicativos con el público, pidiendo la colaboración de los allí presentes en un par de temas. Para entonces las fuerzas comienzan a flaquear. Habíamos bailado y sudado como pocas veces. Los bilbaínos, ofrecieron una ración de rock and roll, plena de actitud y con una energía desbordante, para acabar con dos versiones, “The Grange”, y “Whole Lotta Love”, conocidas por todos ¡Pura dinamita!

Estamos esperando ya la segunda edición de este primerizo Small Town Festival. Ha comenzado con fuerza, y se agradece esta propuesta, ya que por estas tierras, no abunda. Dar las gracias a la organización por el trato y las atenciones recibidas, y en el 2018, más y mejor.

Pedro Miguel Alonso

EDICIÓN 2018

cambiamos de escenario

 

La primera edición del Small Town Rock Fest nació desde la ilusión, y dio sus primeros pasos de una forma mucho más amateur en un pub de la localidad. Los pocos medios se compensaban con el encomiable esfuerzo por parte de la organización para que este proyecto consiguiera abrirse camino en la localidad del precursor de toda esta idea, un amante de la música rock como Alex, tomando más consistencia en esta esta más reciente y contando con más recursos a su alcance , con un recinto cerrado y una infraestructura que poco tiene que ver con la del bautismo doce meses atrás.

Para la matinal del sábado se cuenta con Rubia, banda encargada de caldear el ambiente a la hora del vermut. A esta cita de la mañana no pudimos acudir, sin embargo nos hablan francamente bien de cómo fue, y las fotos compartidas atestiguan la gran asistencia desde primeras horas con un buen puñado de fieles. Llegado el momento nos ponemos en carretera puesto que el buen tiempo reinante, el número de amigos que se acercaban desde otros puntos de la geografía y el nivel de los grupos que nos esperaban hacían presagiar una tarde noche de lo más atractiva y sugerente.

Abriendo el Small Town Rock Fest’18, nos  encontramos a los alicantinos The Empty Bottles, que con tres discos a sus espaldas ya se han hecho con un significativo ramillete de seguidores. Tarea siempre complicada la de abrir un festival; en esta ocasión más aún por el incesante sol y calor que reinaba dentro del recinto. A las 18.30 pasadas los protagonistas ya estaban sobre el escenario con un set list bastante dosificado entre sus obras, aunque el grueso de la actuación se inclinara por su última grabación, el majestuoso “Love Peace & Chicken Grease”. Comienzan con la rotunda “Dig My Grave“, buena forma de dar respuesta a la solana que nos azotaba. Momentos un tanto complicados a la hora de intentar mirar al escenario o recoger alguna  instantánea de estos inicios, pues la claridad era muy poco llevadera. Llega el turno de “Goodbye” y los muchachos van ganando la partida al tremendo calor al tiempo que el público comienza a engancharse. Tony Miles a las voces se estaba gustando, y ese slide y ese hammond estaban poniendo en órbita a los allí presentes. Comienzan a demostrar porqué es otra de las formaciones más queridas y respetadas en este nuestro rincón de GravelRoad76. Vamos ya con “Joe D. Grinder”. Aquí dan rienda suelta a su más preciada cualidad, la majestuosa psicodelia que nos acompaña con constantes cambios de ritmo, y tanto Pepe Delgado a la guitarra, como David Chana al piano y órgano, nos ofrecen uno de los momentos más destacados de su repertorio. Llegamos a “Rosie“, otro de los grandes momentos de los alicantinos. Otra vuelta de tuerca a ritmo de hammond y de esa diabólica Fender. Si mi memoria no falla, aún tuvieron tiempo de sorprendernos con una cover de Lynyrd Skynyrd. Notable concierto el que se marcaron a pesar de las condiciones meteorológicas, que siempre tienen que ver a la hora de un directo. Gran comienzo, y aún restaban tres formaciones más. ¡Casi nada!

En segundo lugar teníamos a los ibicencos Uncle Sal, apadrinados cariñosamente dentro de GravelRoad76. Había muchísimas ganas de enfrentarnos al directo de los muchachos, y como todo en esta vida, al final llegó. Presentando lo que son hasta la fecha sus dos primeros discos, aunque de buena tinta nos llegaba la noticia de que ya están preparando un tercero. Abre su set list “Hard Life”, un precioso medio tiempo de su último álbum donde la melodía inunda a los allí presentes tanto como uno de los momentos destacados: “Precious One”, composición que en vivo adquiere mayor profundidad permitiendo ver la admiración que poseen los de la isla por el viejo hippie Neil  Young. Aquí Soulman Sal (voz, guitarra y armónica) nos martillea con su maravillosa Les Paul y un solo admirable. Turno ahora para las rocanroleras “Soul Shakin’ Woman” y “Down The Line”, con la gente bailando y disfrutando a placer. Después de la tempestad viene la calma, y nos obsequian con otros dos medios tiempos que para un servidor son de lo mejorcito de la banda, “Little Wolf” y “A Runnin’ Buffalo” donde Soulman Sal demuestra que se sabe  mover en otro tipo de registro vocal. Van finalizando y es momento para un par de versiones, las grandiosas “Whipping Post“ del no menos grandísimo Gregg Allman y la impresionante“Cortez The KIller” de Neil Young, donde dan rienda suelta a la improvisación, y Sandro se explaya sacando todo el jugo de su guitarra. Grupo y público convulsionan al unísono. Ya no hay marcha atrás. Los de Ibiza nos acaban literalmente pasando por encima. Sin duda uno de los triunfadores del Small Town Rock Fest.

Son poco más de las 22 horas, y uno de los platos fuertes del festival hace acto de presencia en el escenario. Nos referimos a los reputadísimos Los Deltonos. ¡Abróchense los cinturones! Su concierto se puede definir en dos mitades, de menos a más, una más calmada, donde situamos temas como “Brindemos” o “Discotheque  Breakdown”. Pero llega el momento en el que Hendrik y sus Deltonos despliegan todo su arsenal con la aparición de ese clásico llamado “Soy un hombre enfermo”. Nos adentramos en los  terrenos de “Sanmartín”, donde destaca sobremanera ese escudero de auténtico lujo que es Fernando Macaya con un riff sólido como un muro de hormigón, de esos que te hacen cabecear, marcándose en su parte final un solo devastador junto a Hendrik que canjea guitarra por armónica en uno de los momentos especiales de los de Muriedas. No nos queremos olvidar de la intensidad con la que se mostraron en “Salud ”. ¡Vaya guitarras…! Otro de los momentos de la noche. Los Deltonos fueron caballo ganador, éstos nunca fallan.

Cerrando la noche, The Riff Truckers. Con estos solo nos dio tiempo a ver tres temas, suficiente para comprobar la potente propuesta de los de Gernika. Contundentes riffs, y el líder de la formación que no para ni un momento de interactuar. Lástima de regreso. Desde GravelRoad76 dar las gracias a la organización; vivimos una jornada apasionante, y como pudimos constatar entre los presentes, hubo unanimidad, salió a pedir de boca. Recinto, instalaciones, parking, buenos precios, y la inmensa sociedad llegada de otros puntos de la geografía. Un día que quedará ya en el recuerdo…

Pedro Miguel Alonso

EDICIÓN 2019

y seguimos creciendo

 

Parece que fue ayer cuando todo este fenómeno arrancó, pero qué va, se ha cumplido la tercera edición ya, y la verdad,  las expectativas no pueden ser más halagüeñas debido al constante crecimiento entre los asistentes y un mayor seguimiento por parte de los medios especializados. Si ya en la anterior edición se puso el listón muy alto, en esta se ha elevado. Formato enormemente atractivo con la sesión vermut con un encanto bestial a los pies del Castillo, y posteriormente jornada de tarde noche en el Centro Artis. Un recinto en unas condiciones perfectas, que permite desenvolverte sin agobios ni ataduras, y en el que es posible ver los conciertos a un metro del escenario, o incluso mantener charla en los momentos previos con los músicos. Por todo esto y por la gran afluencia de muchísimos conocidos llegados de distintos puntos dentro de este circo tan apasionante, hemos vivido un festival increíble. Ambiente, camaradería y amistad se dieron la mano a golpe de rock&roll. ¿Qué más se puede pedir?

Pero vamos ya con la sesión matinal, en un marco incomparable como es el Castillo de Portillo; rápidamente buscamos aparcamiento a sus puertas y nos pudimos percatar de la presencia ya de los grandes protagonistas. Uno se preguntaba y tenía cierta curiosidad por oír las canciones de Uncle Sal en semejante recinto. Tras un ligerísimo vibrato en la voz de Soulman Sal en los dos primeros temas, enseguida comprobamos que la acústica iba a ser buenísima compañera de los muchachos. Nos presentaban su flamante “The American Dream” recién salido del horno y había una gran expectación. Sin duda se mascaba en el ambiente. Como no podía ser de otra forma su setlist trascurrió por el grueso de su última obra, comenzando de manera apabullante con el tema que da título al disco. Con apenas unos meses de circulación ya se ha convertido en un clásico de la banda con una melodía y unas guitarras atemporales que nos trasportaron por los senderos del mejor rock americano. Acabábamos de llegar y ya estábamos tocando el cielo con los ibicencos. A renglón seguido turno para el cruce de guitarras efusivo y marcada emotividad de “Drinking Days” invitando a los bailes y las euforias del respetable. No había trascurrido la primera media hora, y la banda demostrando todo su arsenal, todo su potencial, conmoviendo a todos los presentes en ese mágico lugar testigo de la comunión entre el combo y unos afortunados asistentes. Suena “A Running Buffalo” celebrada a raudales. Fascinante, seductora, hechicera, imposible no disfrutar del embrujo de este precioso medio tiempo. Un servidor deseando que aquel momento no tuviese final. Con “All The Family Tragic Deaths” otro de sus nuevos temas, el culto a la melodía en unas mastodónticas guitarras que nos trasporta en ese inmenso cielo de Portillo. Brillo y felicidad eterna en las miradas, todo un lujo. Cambio de rumbo y llega el momento de una infecciosa “Snakebite Fever”, ¿psicodelia contenida? Madre mía, ¡qué burrada! En el apartado de las cover,  piel de gallina en “Spirit In The Night” del Boss, carga emocional en su máxima expresión. Y para cerrar una salvaje “Rockin’ In The Free World” con un Sandro totalmente desbocado con su Les Paul. Demostración de aplomo, confianza y puesta en escena gracias en parte al feeling entre Banker, Francis, Gabe y Soulman. Estaban “on fire” amigos, y sin temor a equívocos, subieron el listón del pasado año, confirmando que Uncle Sal definitivamente han dado ese gran paso. Me gustaría destacar la plenitud vocal de Mr. Soulman Sal; su voz se erigió por cada rincón del castillo de forma magistral.

Por la tarde los encargados de abrir el fuego fueron  Northagirres. Personalmente era mi estreno ante de ellos, y siendo honestos esperaba mucho de su propuesta, simplemente era cuestión de confirmarlo en vivo. Abrieron con un stoniano “Lo pactado” y acompañados de un sol radiante, comenzaron brillando los de Urretxu. Aquello prometía, sí. Todo un arsenal de riffs y actitud que engancharon desde el comienzo entre los asistentes, con ese punto de chulería siempre necesario en los parámetros que se mueve la banda, rock&roll de alto octanaje. Con “Norte y sur” dieron paso a una brillante melodía, donde destacaron en su parte final el arrebatador  hammond  de Ana y las guitarras entrelazadas  de Aitor Iñigo. Se vivieron minutos brillantes con la intensidad emocional de “Cuéntales”, excitantes pildorazos como “La boca rota” o demostraciones de categoría y poderío como “Anoche vendí mi coche”, donde los teclados y las guitarras pisaron el acelerador  hasta el infinito. Concisos y directos al grano. Gran forma de comenzar la jornada vespertina en el SmallTown.

Les llegaba el turno a continuación a los reputados Travellin’ Brothers,  con más de 1000 conciertos a sus  espaldas, cantidad de giras por medio mundo, y laureados como mejor banda europea en 2015. Todo hacía presagiar lo que nos venía encima, y al finalizar tuve la sensación de que fueron de menos a más. Nos deslumbraron con su coctelera sonora, efluvios del delta, New Orleans, bastante soul, y no digamos cuando se adentran en terrenos funkies… prepárate  para mover el body. Destilaron swing y groove a diestro y siniestro.  El que escribe se hartó de bailar, y de recoger instantáneas mientras el público no paró de moverse y disfrutar. Si lo que buscaban era participar de esa fiesta, desde luego lo consiguieron, ya que los bilbaínos sacudieron  el recinto de lado a lado. Chapeau.

Y aún nos faltaba uno de los platos fuertes del día, ni más ni menos que el excepcional  y  estelar Julián Maeso. Frío y aire arreciaban llegada la hora de su comienzo.  Dio paso a su set list con un portentoso “Before They Leave” de su último trabajo hasta la fecha, que a pesar de las pésimas condiciones meteorológicas, resultó conmovedor. Tonada de una belleza al alcance de pocos. Pero hablamos de un tipo que aparte de un talento innato dentro de este mundillo, también es astuto como pocos. Había que calentar a los fieles, y se colgó su Gibson SG, tirando esta vez de un repertorio con más músculo que de costumbre; su receta fue clara, menos black music y más rock. Suena la arrebatadora “I Must Been Dreaming”, donde Maeso trasmite una gran fuerza apoyado en esa privilegiada forma de cantar, y en “Someday Maybe Someday”, apoyado en unos coros femeninos que destacaron toda la noche, nos remite a esos espacios quijotescos imprescindibles para vivir, mientras “Trought An Early Honeymoon” se apodera de las almas logrando subir una temperatura que pretendía achantar al personal y obligando a mover el esqueleto a ritmo de funky. Otro gran viaje por la América de los ’70 gracias al toledano, portentoso como siempre.

Cerrando la jornada Los Chicos, aunque era casi ya momento de regresar, pudimos comprobar in situ los primeros temas. Los madrileños desgranaron su particular visión de ese extremo garaje. Aquello fue una tormenta de intensidad, un no parar, y posteriormente me contaron que el público acabó exhausto. Como la banda, imagino. Dar las gracias a la organización y en particular a Alex. Este año fue todo un lujo, a seguir creciendo.

Pedro Miguel Alonso